La humildad del líder

¿Qué quieren decir los místicos de todas las tradiciones religiosas cuando coinciden en afirmar que la meditación sin objeto consiste en “no pensar nada”? Ciertamente, se ha dicho; “Retraed el pensamiento de todas las cosas materiales y no encontraréis nada en lo que pueda descansar vuestra alma” (Escala de perfección, I, 53). Aunque el concepto de “no pensar en nada” posee muchos registros, desde el punto de vista de la práctica meditativa significa no ocuparse en nada creado, no pensar, no desear, no imaginar, no sentir. Aunque ese “no pensar nada” parece una expresión tremenda que asusta, no es más que un verse sin ego...

Bajo la fórmula “no pensar nada” se esconde toda una pedagogía de la humildad como virtud imprescindible para acallar la mente. La verdadera humildad de la mente es el abandono de la apropiación de los pensamientos. La humildad nos enseña nuestra nadidad ante el Ser que es Dios, y el silencio es la paz de la mente necesaria para que se produzca la escucha. Ese silencio no es únicamente lo que más agrada a Dios sino que además es el medio más adecuado para que obre sobre el meditador.

La idea es que cuando el contemplativo no piensa o actúa, deja espacio para que Dios “piense” u obre en él. Cuando en la meditación “tuvieres quietud y silencio y no pensares nada, entonces obras y haces la obra del Señor, cuya justicia se sirve con silencio. Pues avísote que no pierdas el fruto de tus buenos pensamientos, ni después de cansado tu entendimiento lo lleves por fuerza, sino que cierres a todo la puerta de tu memoria, y tapes tus sentidos, y no pienses nada, sino con entero silencio interior debes acechar o escuchar a Dios y esperar en este sosiego, si quiera media hora… con entera y total negación…, si quieres gustar a Dios…, debes ablandar piadosamente el corazón”.

En el mismo sentido, para Fray Juan de los Ángeles “Verdad es que a los principiantes en este ejercicio se les aconseja que quiten el pensamiento, y que se presenten a Dios libres de imaginaciones, para que su Majestad les hable al corazón, como a gente que se convierte a él de las vanas distracciones y representaciones de las criaturas. Y este desterrar de pensamientos que distraen es perfección, y necesario para el recogimiento”

Walter Hilton en «Escala de perfección» (1494) , Francisco de Osuna, citado del «Tercer Abecedario» y «Quinto Abecedario» (1542) y Fray Juan de los Ángeles en «La conquista espiritual del Reino de Dios» (1595) comentados por Javier Alvarado en «Historia de los métodos de contemplación no-dual», (Pags. 321/22/23)

Extraído del blog: El Santo Nombre

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