Delegar con Propósito: Inspirando Liderazgo en la Comunidad Parroquial

Un diálogo para liderar.

Sacerdote (Párroco): ¡Buenos días, Laura! Qué gusto verte hoy. Siempre es un placer conversar contigo, especialmente porque noto que tienes un gran compromiso con nuestra comunidad parroquial.

Laura (Fiel): ¡Buenos días, padre! El gusto es mío. La verdad es que amo participar en las actividades de la parroquia. Me llena de alegría poder contribuir, aunque sea con pequeños detalles.

Sacerdote: Y precisamente por eso quería hablar contigo hoy. He observado cómo te entregas en cada cosa que haces. Tu dedicación es un regalo de Dios para nuestra comunidad. Quiero agradecerte por todo ese servicio silencioso, pero también animarte a dar un paso más en este camino.

Laura: (Sorprendida) Gracias, padre. No esperaba esto. ¿Un paso más? ¿A qué se refiere?

Sacerdote: He estado reflexionando y orando acerca de cómo podemos fortalecer nuestra parroquia. Hay tanto potencial en nuestra comunidad, pero para que las cosas crezcan, necesitamos repartir responsabilidades. No todo puede recaer en mí o en un pequeño grupo. Por eso, he pensado que tú podrías liderar un nuevo ministerio o área que realmente necesita impulso.

Laura: (Con humildad) Padre, estoy honrada de que piense en mí para algo así, pero no sé si estoy preparada para liderar algo. Siempre he trabajado como apoyo, desde «la sombra».

Sacerdote: Esa humildad tuya es una virtud preciosa, Laura, pero recuerda que Dios no llama a los capacitados; Él capacita a los que llama. Lo importante es que tienes el corazón, el amor por la comunidad, y el deseo de servir. Lo demás se puede aprender.

Laura: Bueno… ¿Y qué es exactamente lo que necesita la parroquia?

Sacerdote: Me alegra que preguntes. He notado que nuestra pastoral juvenil necesita un nuevo impulso. Tenemos jóvenes que quieren acercarse más a Dios, pero necesitan alguien que los guíe, que los inspire. Yo pienso que tú, con tu experiencia y tu sensibilidad, podrías ayudarnos a organizar y motivar a ese grupo.

Laura: (Pensativa) Eso suena como un desafío grande. Me encanta trabajar con los jóvenes, pero no sé si tengo lo que se necesita para liderar un grupo así.

Sacerdote: No estás sola en esto. Yo estaré contigo para orientarte y apoyarte cuando lo necesites. Además, te ofreceremos formación para que te sientas más segura. Incluso podríamos buscar a otros laicos que trabajen contigo como un equipo. No tienes que cargar todo tú sola.

Laura: (Con un poco más de confianza) Eso cambia las cosas. Si no tengo que hacerlo sola y cuento con su apoyo, tal vez sí podría intentarlo.

Sacerdote: Esa es la actitud, Laura. Lo importante es empezar con pequeños pasos. Podríamos comenzar con algo sencillo, como organizar reuniones informales para los jóvenes, escuchar sus inquietudes, y poco a poco trabajar en actividades más estructuradas. Lo esencial es construir relaciones y mostrarles el rostro amable y cercano de la Iglesia.

Laura: Me gusta la idea. Pero, padre, ¿y si fracaso? ¿Y si no logro que los jóvenes se interesen o asistan?

Sacerdote: El éxito no siempre se mide en números, Laura. Dios mide el esfuerzo y la entrega. Si trabajas con amor y sinceridad, ya estarás sembrando semillas en sus corazones, aunque no lo veas inmediatamente. Además, recuerda que esto no es tu obra, es la obra de Dios. Tú solo eres un instrumento.

Laura: (Asintiendo) Tiene razón, padre. Con esa perspectiva, creo que puedo intentarlo.

Sacerdote: ¡Eso es lo que quería escuchar! Ahora, ¿qué te parece si planificamos juntos un primer paso? Podemos convocar a una reunión inicial con los jóvenes para conocerlos mejor y escuchar qué esperan de este grupo.

Laura: Me parece bien. ¿Cuándo podríamos hacer esa reunión?

Sacerdote: Propongo que sea en dos semanas. Así tenemos tiempo para organizarla bien. Yo te ayudaré con los contactos y el lugar. También podemos preparar juntos un esquema sencillo de la reunión.

Laura: Perfecto. ¿Le parece que nos reunamos la próxima semana para afinar los detalles?

Sacerdote: Me parece excelente. Así seguimos avanzando paso a paso. Además, quiero que sientas que siempre tienes un espacio para compartir tus dudas o dificultades conmigo.

Laura: Muchas gracias, padre. Esto me anima mucho. No le voy a mentir, sigo algo nerviosa, pero me siento acompañada y confiada en que no estoy sola.

Sacerdote: Así es, Laura. El Señor está contigo, y nuestra parroquia también. Estoy seguro de que harás un gran trabajo.

Laura: Gracias por su confianza, padre. Espero no defraudarla.

Sacerdote: Laura, con tu corazón dispuesto, ya estás siendo fiel a lo que Dios espera de ti. Y recuerda, esto es un camino que recorremos juntos. ¡Cuenta conmigo siempre!

De aquí en adelante, podrían incluirse detalles más específicos sobre los encuentros de seguimiento, la formación que recibirá Laura, o testimonios del progreso en el grupo juvenil, extendiendo la narrativa según se necesite.

https://eldondelliderazgocristiano.org/2024/12/20/delegacion-pastoral-de-sacerdotes-a-laicos-en-una-parroquia-una-clave-para-una-iglesia-viva-y-participativa/

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