Una mirada cristiana y crítica a la política española

Ni el PSOE es el demonio, ni el PP es el Reino de Dios:

En tiempos de polarización y etiquetas fáciles, conviene aclarar algunas verdades incómodas, pero necesarias. Se dice con frecuencia que criticar al PSOE es sinónimo de apoyar al Partido Popular, o que rechazar las ideas progresistas implica abrazar sin matices las propuestas de la derecha. Esta lógica simplista es profundamente engañosa, sobre todo para quienes tratamos de vivir y pensar desde la fe cristiana.

1. Criticar al PSOE no significa santificar al PP

El PSOE es un partido que ha adoptado muchas políticas ideológicas abiertamente contrarias a la visión cristiana del hombre y la sociedad. Desde la promoción del aborto como un «derecho», hasta la imposición de la ideología de género en las aulas, pasando por una visión del ser humano desligada de cualquier trascendencia o moral objetiva. En este sentido, es legítimo y necesario que los cristianos critiquen al PSOE por sus ataques a la dignidad humana, a la familia y a la libertad religiosa.

Sin embargo, eso no significa que automáticamente el Partido Popular merezca nuestro aplauso ni nuestro voto incondicional. El hecho de que el PP se sitúe a la derecha del PSOE no lo convierte en un partido cristiano ni defensor de los valores evangélicos.

2. Ser «de derechas» no garantiza coherencia con el Evangelio

Una parte del electorado cristiano tiende a pensar que, puesto que la izquierda se ha alineado con causas anticristianas, la derecha representa lo contrario. Craso error. Muchas de las políticas del PP —cuando ha gobernado con mayoría absoluta o en coaliciones— han sido una copia suave de las del PSOE. No derogaron leyes injustas como la del aborto ni detuvieron la imposición educativa de la ideología de género. En lo económico, aplicaron políticas neoliberales que dejaron atrás a los más vulnerables, sin una verdadera visión del bien común ni una apuesta por la justicia social.

Y esto es importante: defender la vida, la familia y la libertad religiosa es tan cristiano como exigir políticas sociales que no marginen a los pobres, a los inmigrantes, a los desempleados o a los mayores. No se puede ser cristiano a tiempo parcial.

3. Ni el PSOE ni el PP representan el pensamiento cristiano

Lo verdaderamente trágico del panorama político español es que ninguno de los dos grandes partidos se guía por una verdadera antropología cristiana. Ambos comparten una visión materialista del ser humano: uno desde el progresismo cultural, el otro desde el economicismo liberal. Ambos aceptan sin pestañear el aborto, la disolución del concepto de familia, la mercantilización del trabajo y una educación alejada de la verdad y el bien.

Desde esta perspectiva, no basta con votar “al menos malo”. Los cristianos no estamos llamados a apoyar al que menos nos insulta, sino a transformar el mundo según los valores del Reino de Dios: la verdad, la dignidad, la justicia, el bien común y la libertad.

4. ¿Qué puede hacer un cristiano en política?

Primero, formarse. Muchos católicos no tienen un criterio claro porque no conocen la Doctrina Social de la Iglesia. Segundo, no caer en el cinismo: el mal menor nunca debe ser una excusa para dejar de trabajar por el bien mayor. Y tercero, apoyar a personas, ideas y partidos que —aunque minoritarios— representen con mayor claridad los valores cristianos, aunque eso signifique nadar contracorriente.

Decir que el PSOE es un partido profundamente ideologizado, contrario a muchos principios cristianos, no significa afirmar que el PP es su opuesto virtuoso. Al contrario, el PP ha asumido gran parte del mismo pensamiento dominante, con otro tono y otras formas. No nos dejemos engañar: ser de derechas no es ser cristiano, y ser cristiano no significa votar sin discernimiento. Nuestra fidelidad está con Cristo, no con los partidos. Cristo es el centro.

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