1. Sentido general del término “Corredentora”
El término “Corredentora” procede del latín co-redemptrix, que significa literalmente “la que coopera con el Redentor”. No indica que María sea “redentora” en el mismo nivel o modo que Cristo —lo cual sería contrario a la fe cristiana—, sino que participa de modo singular, subordinado y dependiente en la única redención obrada por Jesucristo.
Por tanto, cuando se dice que María es Corredentora, no se afirma una igualdad con Cristo, sino una colaboración única con Él en la obra salvífica de la humanidad. Cristo es el único Redentor; María coopera como madre, asociada voluntariamente al plan de salvación.
En lenguaje teológico:
María participa de manera subordinada, pero real y activa, en la redención objetiva del género humano, uniéndose al sacrificio redentor de Cristo.
2. Fundamento bíblico
Aunque la palabra “Corredentora” no aparece literalmente en la Biblia, el fundamento de esta doctrina está profundamente enraizado en la Escritura, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento.
a) La Nueva Eva
Desde los Padres de la Iglesia, se ha visto en María la nueva Eva, contrapuesta a la primera.
Así como Eva, por su desobediencia, cooperó al pecado y a la muerte, María, por su obediencia y fe, cooperó a la salvación y a la vida.
“Así como por la desobediencia de una sola persona todos fueron constituidos pecadores, también por la obediencia de una sola todos serán constituidos justos” (cf. Rom 5,19).
Los Padres aplicaron esta lógica a María:
“El nudo de la desobediencia de Eva fue desatado por la obediencia de María” (San Ireneo de Lyon, Adversus Haereses, III, 22,4).
Por eso, desde el comienzo, la colaboración de María en la obra de Cristo es vista como una cooperación redentora, aunque siempre dependiente del Redentor.
b) La Anunciación (Lc 1,26-38)
En el momento de la Encarnación, María coopera libremente con la redención al decir su “hágase”. Su consentimiento no fue una simple aceptación pasiva, sino un acto activo de fe y entrega.
“He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.”
Con su fiat, María da carne al Redentor, iniciando así la historia visible de la redención. Por eso, los teólogos afirman que María coopera en la redención por su maternidad divina, pues sin su libre colaboración, el Verbo no habría asumido la naturaleza humana.
c) El Calvario (Jn 19,25-27)
El momento culminante de su cooperación redentora se da al pie de la cruz. María no es una espectadora pasiva, sino la madre que se une al sacrificio de su Hijo.
“Junto a la cruz de Jesús estaba su madre…” (Jn 19,25).
En ese instante, María ofrece a su Hijo al Padre y se une espiritualmente a su sacrificio redentor. Su corazón está traspasado (cf. Lc 2,35), y su dolor es redentor en la medida en que participa del dolor de Cristo, en solidaridad y amor.
Por eso San Pío X dirá que María “ha sufrido y casi muerto con su Hijo sufriente y moribundo, renunciando a sus derechos maternales por la salvación de los hombres” (Ad diem illum, 1904).
3. Fundamento teológico
a) Principio de cooperación subordinada
Toda la teología cristiana reconoce que los hombres pueden cooperar con la gracia de Dios (cf. 1 Cor 3,9; Col 1,24). María, por su plenitud de gracia y su unión única con Cristo, coopera de modo singular.
El principio es:
Dios, que podría redimirnos solo, quiso hacerlo con la colaboración libre de la criatura.
Esta cooperación tiene en María su grado máximo, tanto en el orden de la Encarnación (al dar el consentimiento) como en el orden de la Redención (al unirse al sacrificio del Hijo).
b) Dimensión maternal de la corredención
María coopera no desde el poder, sino desde el amor maternal. Es madre del Redentor y madre de los redimidos. Su dolor es inseparable del de Cristo. Por eso, la Iglesia la llama también “Madre de los dolores” o “Reina de los mártires”.
San Juan Pablo II dijo:
“María estuvo espiritualmente crucificada con su Hijo; su maternidad se extendió hasta abrazar a todos los hombres redimidos por Cristo.” (Redemptoris Mater, 1987, n. 23).
c) Redención objetiva y subjetiva
Los teólogos distinguen entre:
- Redención objetiva: la obra realizada por Cristo una vez por todas en la cruz.
- Redención subjetiva: la aplicación de esa redención a cada alma (por medio de la gracia, los sacramentos, etc.).
María coopera en ambas dimensiones:
- En la redención objetiva, al unirse al sacrificio de Cristo.
- En la redención subjetiva, como Mediadora de todas las gracias, ayudando a la aplicación de los méritos de Cristo a las almas.
4. Testimonio de los Santos Padres y del Magisterio
a) Padres de la Iglesia
Ya los Padres apostólicos y los primeros teólogos cristianos reconocen en María la Nueva Eva:
- San Ireneo de Lyon (s. II): “Así como Eva, desobedeciendo, se hizo causa de muerte para sí y para todo el género humano, así María, obedeciendo, se hizo causa de salvación para sí y para todo el género humano.” (Adv. Haer. III, 22,4).
- Tertuliano, San Justino Mártir, San Epifanio y San Juan Damasceno repiten esta idea.
Aunque no usan el término “Corredentora”, expresan su contenido: María participa en la obra salvadora de Cristo.
b) Magisterio pontificio
Varios Papas, desde León XIII hasta Juan Pablo II, han utilizado el término “Corredentora” o expresiones equivalentes, aunque sin definirlo como dogma.
- León XIII: “Nadie puede acercarse a Cristo sino por María, así como nadie puede llegar al Padre sino por el Hijo.” (Octobri mense, 1891).
- Pío X: “María fue la reparadora del mundo perdido.” (Ad diem illum, 1904).
- Pío XI: “La Santísima Virgen fue asociada a la obra redentora de su Hijo de modo que mereció para nosotros, de manera subordinada, lo que Cristo mereció de manera principal.” (Discurso, 1933).
- Juan Pablo II empleó más de seis veces el título “Corredentora”, subrayando su “participación maternal” en el sacrificio de Cristo (Discurso en Guayaquil, 1985).
Sin embargo, ningún Papa ha definido el término como dogma, y la Iglesia ha preferido mantener un lenguaje prudente y equilibrado.
5. Doctrina actual del Magisterio
El Concilio Vaticano II no utilizó el término “Corredentora”, precisamente para evitar malentendidos con el carácter único y absoluto de Cristo como Redentor. En cambio, el Concilio explicó esta doctrina con otras expresiones teológicamente más precisas:
“La Santísima Virgen fue asociada a su Hijo de modo del todo singular en su obra salvífica… Por su obediencia, fe, esperanza y ardiente caridad, cooperó de modo único a la obra del Salvador.” (Lumen Gentium, 61).
Y añade:
“Por eso es nuestra madre en el orden de la gracia.” (Lumen Gentium, 61).
Es decir, el Concilio no niega la idea de la corredención, pero prefiere expresarla como “cooperación singular” y “maternidad espiritual”, evitando términos que puedan sugerir una “segunda redención”.
El Papa Francisco ha recordado esta misma prudencia teológica, señalando que el título “Corredentora” puede ser verdadero si se entiende correctamente, pero que no debe oscurecer la centralidad de Cristo. En una homilía (2021) dijo:
“María nunca se presentó como corredentora. Es discípula y madre. Solo hay un Redentor.”
6. Síntesis doctrinal
Podemos resumir así la doctrina católica:
- Cristo es el único Redentor del género humano (1 Tim 2,5).
- María coopera de modo único y singular, por disposición de Dios, en esa redención.
- Su cooperación es dependiente, subordinada y participada, nunca paralela o independiente.
- Su participación tiene dos momentos fundamentales:
- En la Encarnación, al aceptar ser madre del Redentor.
- En la Pasión, al unirse al sacrificio de su Hijo en la cruz.
- Esta cooperación hace que se la reconozca como Madre espiritual de los hombres y Mediadora de gracia.
Por eso, la expresión “Corredentora” puede usarse en sentido auténtico si se entiende así:
María, en dependencia total de Cristo y movida por la gracia, cooperó de manera singular y maternal en la redención del mundo.
7. Dimensión espiritual y pastoral
La verdad sobre María Corredentora no es solo una cuestión teológica, sino también espiritual. Enseña a los cristianos que la redención no se recibe pasivamente, sino que se participa en ella cooperando con Cristo. María es modelo de esa cooperación: acepta, sufre, ofrece, confía y ama.
Cada discípulo de Cristo, unido a Él, está llamado también a ser “corredentor” en sentido amplio: a ofrecer su vida, sus sufrimientos y su amor por la salvación del mundo. En este sentido, María es el espejo de la Iglesia entera, la primera creyente que vive su fe como participación activa en la obra de Dios.
Conclusión
Llamar a María Corredentora significa reconocer la grandeza de su fe, su unión con Cristo y su maternidad universal en la economía de la salvación. No disminuye a Cristo, sino que manifiesta cómo Dios quiso asociar a la criatura a su obra redentora.
Ella, la “llena de gracia”, se convierte así en ícono de la cooperación perfecta con la gracia, modelo para todo creyente que desea vivir unido al Redentor y participar de su misión salvadora.









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