Sobre la muerte

1. San Juan Pablo II

En su homilía del 2 de noviembre de 1983 (Día de los Fieles Difuntos), San Juan Pablo II dijo:

«Para el cristiano, la muerte no es la última palabra sobre el destino humano, porque el hombre está destinado a una vida sin límites, que tiene su raíz y su realización en Dios. Cristo ha resucitado y nos ha abierto las puertas de la eternidad. En Él encontramos la esperanza que ilumina el misterio de la muerte y nos permite afrontar el tránsito final con serenidad y confianza.»

2. San Agustín

San Agustín, en sus Confesiones (Libro IX, cap. 11-12), tras la muerte de su madre, Santa Mónica, reflexiona sobre la vida eterna:

«No os aflijáis por mi muerte, sino rezad por mí, para que Dios, que nunca nos abandona, me conceda la felicidad eterna. Recordad que la vida de los santos no termina con la muerte, sino que empieza en la plenitud de Dios. Nuestra separación es temporal, pues en Cristo estamos unidos para siempre.»

3. Benedicto XVI

En su encíclica Spe Salvi (n. 47), el Papa Benedicto XVI escribe sobre la esperanza cristiana en la vida eterna:

«La vida no acaba en el vacío. No vamos a la nada. Cristo nos ha prometido la vida eterna, una vida que no es un simple continuar del tiempo presente, sino un sumergirse en la plenitud del amor de Dios. Esta certeza transforma nuestra manera de vivir y de afrontar la muerte, pues ya no es un abismo de desesperación, sino la puerta a la verdadera felicidad.»

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