1. Desde la teología: el Dios que se revela plenamente
El punto de partida cristiano es la revelación de Dios en Jesucristo.
La afirmación central es la del Evangelio de Juan:
“El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros” (Jn 1,14).
Dios no se contenta con hablar a los hombres desde fuera, como un legislador o un profeta, sino que entra en la historia humana, asume la condición humana y se hace uno de nosotros.
Esto no significa que deje de ser Dios, sino que une en una sola persona divina (el Verbo) la naturaleza divina y la naturaleza humana: esto es lo que define el misterio de la Encarnación (cf. Concilio de Calcedonia, 451).
👉 Argumento teológico fundamental:
Si Dios es amor (1 Jn 4,8), el amor tiende siempre a la cercanía y a la comunión. Por eso, el amor divino culmina haciéndose presencia encarnada.
La Encarnación es la máxima expresión del amor: Dios se comunica no solo con palabras o signos, sino con su propia vida.
2. Desde la filosofía: la Encarnación como coherencia de la revelación
Aunque el misterio supera la razón, no la contradice.
Podemos argumentar racionalmente que es coherente que Dios se haga hombre si aceptamos que:
- Dios es un ser personal y libre, no una fuerza impersonal.
Si es libre, puede decidir entrar en la historia humana.
Si es personal, puede comunicarse personalmente. - El hombre busca a Dios y Dios busca al hombre.
Todas las religiones expresan ese deseo de encuentro.
En el cristianismo, no es el hombre quien asciende a Dios, sino Dios quien desciende al hombre, revelando que la iniciativa es siempre divina. - La unión de lo divino y lo humano no destruye lo humano, lo plenifica.
Si Dios se hace hombre, no lo hace para anular la naturaleza humana, sino para mostrar lo que el hombre está llamado a ser: imagen viva de Dios.
👉 Argumento filosófico fundamental:
Si el hombre está hecho “a imagen y semejanza de Dios” (Gn 1,27), tiene sentido que Dios pueda reflejarse plenamente en una naturaleza humana sin perder su trascendencia.
3. Desde la antropología y la experiencia humana
Dios se hace hombre porque el hombre necesitaba ser salvado desde dentro.
El ser humano sufre no solo por el mal exterior, sino por una herida interior del pecado.
Ninguna fuerza creada podía restaurar la comunión con Dios; solo el mismo Dios hecho hombre podía hacerlo.
Además, la Encarnación da sentido a la dignidad humana:
- Si Dios ha asumido nuestra carne, toda carne humana es digna.
- Si Dios ha trabajado, amado, sufrido y muerto, cada dimensión de la vida humana queda santificada.
👉 Argumento antropológico fundamental:
El Dios que se hace hombre no viene a anular la humanidad, sino a revelar lo divino que late en lo humano.
Jesús muestra lo que significa ser verdaderamente hombre: vivir en plenitud de amor, verdad y entrega.
4. Síntesis del argumento
Dios se ha hecho hombre porque:
- Solo el amor encarnado puede salvar realmente.
- Solo la cercanía de Dios puede transformar al ser humano desde dentro.
- Solo el encuentro personal con Dios hecho hombre puede revelar quién es Dios y quién es el hombre.
Por tanto, el argumento se puede resumir así:
Dios se ha hecho hombre porque el amor verdadero no se queda en las ideas, sino que se hace presencia.
Y porque el hombre solo puede conocer a Dios de verdad cuando lo ve reflejado en un rostro humano.
5. Citas patrísticas para reforzar el argumento
- San Atanasio: “Dios se hizo hombre para que el hombre llegara a ser Dios.” (De Incarnatione Verbi, 54).
— Es la expresión más clásica: la divinización del hombre como finalidad de la Encarnación. - San Ireneo de Lyon: “La gloria de Dios es el hombre viviente, y la vida del hombre consiste en la visión de Dios.” (Adversus Haereses, IV, 20,7).
— Dios se glorifica dando vida plena al hombre. - San Agustín: “Dios descendió hasta nosotros para que nosotros ascendamos hasta Él.” (Sermón 185).
— La Encarnación como condescendencia amorosa y pedagógica.
6. Conclusión pastoral
El cristianismo no se basa en una doctrina abstracta, sino en un encuentro personal con un Dios vivo que tiene rostro humano.
Por eso el creyente no dice “creo en algo”, sino “creo en Alguien”, en Jesús de Nazaret, verdadero Dios y verdadero hombre.
Dios no se ha hecho hombre para impresionarnos, sino para amarnos desde dentro de nuestra historia.
La Encarnación no es solo un misterio para creer, sino una vocación a vivir humanamente el amor divino.









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