Liderazgo y Gestión por 8 hábitos, capítulo primero del libro

El Capítulo Primero

Liderazgo y Gestión por 8 Hábitos
José María Cardona Labarga
Sergio Cardona Patau
Ana Cardona Patau
(2ª Edición)
Idea 1ª
La Empresa Comunidad de Personas

En una empresa sólo se dirigen personas. En rigor nadie dirige una empresa, un departamento, una fabrica o una delegación. Eso nos da pie a definir el concepto de empresa, de personas y de comunidad como: La Empresa Comunidad de Personas.

Esta primera idea es la síntesis de una conferencia sobre la Responsabilidad Social de la Empresa, que uno de los autores pronunció delante de los empresarios de Acción Social Empresarial, y resume bastante bien todas las ideas desarrolladas en el libro.

1.1. – Definición de Empresa.

El título de esta idea «La Empresa, Comunidad de Personas», interesante y evocador; lo desarrollamos sintéticamente a través de 6 ideas. Veamos la primera:

Dicen que los latinos partimos de la definición para llegar luego a distintas consideraciones; proceso mental inverso al que, al parecer, siguen los anglosajones. De acuerdo con ello, primero, definiremos qué significa para nosotros, empresa, segundo, comunidad y, tercero, personas, ya que creemos que tiene un orden creciente de dificultad.

Precisamente cualquier organización con Responsabilidad Social especializada y real es una empresa; una organización con rostro humano que promueve una mejor calidad de vida en sus propios miembros y en su entorno social.

La empresa así definida tiene que desarrollar simultáneamente 4 enfoques de Responsabilidad Social: Primero, un planteamiento racional que se traduce en un plan para ganar dinero, que es la primera responsabilidad. Segundo, un planteamiento que tiene que tener en cuenta la dignidad de la persona. Cuando es excesivo el primer planteamiento económico se olvida este segundo incurriendo en problemas de Responsabilidad Social. Tercero, un planteamiento que asegura mínimamente la estabilidad y el orden para que los empleados se puedan sentir arraigados. Y cuarto, un planteamiento que asegure la innovación y el cambio. También estos dos últimos deben equilibrarse. Cuando es excesiva la búsqueda de seguridad a ultranza, no hay avance y se imposibilita el promover una mejor calidad de vida; en el caso opuesto, cuando es excesivo el cambio, el caos y los costos ocultos de coordinación interna se disparan.

Lograr un buen equilibrio entre estos cuatro enfoques o planteamientos, necesarios cada uno por distintas razones, acarrea en toda empresa un tipo de organización productiva y de cultura socialmente responsable. Como veremos, estas consideraciones tienen un alcance mucho más lejano de lo que a primera vista pudiera parecer.

1.2. – Definición de Comunidad.

Una Comunidad es un tipo de organización cuyos miembros:

Están comprometidos con un cierto espíritu positivo desarrollador (cuando se habla de «comunidad» una acepción frecuente es «comunidad religiosa»)

Tienen algo en común, se comunican. Comparten ideales, conocimientos, cultura, comportamientos, mentalidad, calidad, compromiso y confianza. Y al compartirlos, aumenta en cada uno de sus miembros, al contrario que lo material y tangible, que sólo se pueden repartir y disminuye lo que le toca a cada uno.

Y están dirigidos por una autoridad líder que tiene un discurso razonado y dialogado y cuya presencia de espíritu les lleva a obedecer de buen grado, desarrollándose cada uno, siendo responsable y dando lo mejor de sí mismo, lo cual origina una máxima contribución y aportación social.

El gran enemigo de este espíritu es no sólo la burocracia y la rutina, sino, sobre todo, el individualismo y relativismo moral, quizá los dos mayores fantasmas que empobrecen radicalmente la Responsabilidad Social de la empresa, y de todos los agentes sociales en el mundo de hoy.

1.3. – Definición de Persona.

Aunque esta definición es una «misión imposible», veamos algunas características:Cada persona es alguien único de la especie humana. Irrepetible, no intercambiable y no reducible a nada que no sea él mismo. El individuo es superior a la especie y tiene intimidad, argumento, libertad, diálogo. La persona es un fin en sí misma y mantiene siempre toda su dignidad al margen de cuáles pueden ser sus circunstancias. Puede y debe superar el tiempo, el espacio, superarse a sí misma, espiritualizar la materia y hacer cosas muy superiores a ella. Tiene cuerpo, conocimientos, capacidades, posesiones y, sobre todo, tiene hábitos, que es la forma más perfecta de tener, ya que a través de ellos se modifica y se perfecciona a sí misma; se hace más libre y más persona. Los hábitos positivos adquiridos le determinan una mentalidad libre de prejuicios y un buen comportamiento.

Precisamente un buen profesional es líder en la medida que origina este aumento constante y sin límite de la dignidad de sí mismo, de los que le rodean, del trabajo, y, por tanto, de la calidad de vida propia y ajena.

Consecuentemente no es posible tratar de la persona sin aludir a la ética, que es la lógica interna de las acciones libres, que crea buena conciencia y marca la diferencia; casi toda la diferencia. La persona no admite un tratamiento puramente científico o técnico; como máquina trabaja bien una máquina, pero no una persona; ésta sólo lo hace bien cuando compromete la cabeza, las manos, el corazón, el cuerpo entero y el propio espíritu. No existe el «management científico».

Pensemos ahora de nuevo en «La Empresa como Comunidad de Personas» y caigamos en la cuenta de la cantidad y calidad de las consideraciones que podríamos deducir a la vista de las definiciones anteriores. Observemos que todavía en muchas empresas a la persona se la considera un esclavo, una cosa.

1.4. – Grupos con los que la empresa tiene contraída una deuda de Responsabilidad Social.

a) Con los propios empleados que trabajan en ella. Mantenemos que cuando una empresa es una Comunidad de Personas, lógicamente, tiene resueltos todos los problemas de Responsabilidad Social. Aunque no sabemos si en realidad esto se logra en más del 5% de los casos. Cuando no es tal comunidad, difícilmente los tendrá resueltos, por más referencia que haga al «Código de Gobierno», a las «Buenas prácticas corporativas» o a escritos parecidos que sólo existen sobre el papel y que no pasan de ser un maquillaje para disimular la irresponsabilidad social. Piénsese en las necesidades de competencia, honestidad y responsabilidad de los Directivos, el uso del dinero, notas de gastos, privilegios, niveles de retribución desorbitada de altos Directivos (que precisamente hablan sin ningún pudor de Reputación Corporativa), influencias, necesidad y estabilidad de los puestos de trabajo como vínculo esencial de inserción social, seguridad física y psicológica, planes de formación y desarrollo, políticas de sueldos equitativos, planes de promoción, ayudas sociales, etc.

b) Quizá el segundo grupo habitualmente más interesado en el tema son los accionistas, inversores y profesionales del mercado de capitales, que no raramente son engañados. Tras los grandes escándalos, como los de Enron, Worldcom, Vivendi y otros muchos conocidos, han aparecido otros códigos de conducta (como el informe Aldama) en el que se presiona para una mayor transparencia informativa para el accionista, clara y veraz, para recuperar la confianza. Esto contrasta en ocasiones con la exigencia de pagos abusivos de dividendos que comprometen la capacidad financiera de la empresa para competir adecuadamente, olvidando la necesidad moral de invertir que tiene el capitalista. En muchas empresas, la relación con los accionistas se presenta, sorprendentemente, como la única problemática esencial de Responsabilidad Social.

Cuidado con las empresas «de mucho éxito», cuyos Directivos cobran sueldos desorbitados y que salen a menudo en los medios de comunicación, para hacer alarde de su buena gestión, sus resultados del 300%, o sus estándares de buen gobierno. Es un buen consejo que, en la medida que pueda, se aparte de ellas, porque estos Directivos utilizan la empresa para su progreso personal.

c) Los Clientes exigen, por su parte, primero una publicidad en la que se diga la verdad, y, segundo, que efectivamente los productos y servicios respondan realmente a lo que se está diciendo. Otra vez la casuística vuelve a multiplicarse: precios, condiciones de entrega, quejas, reclamaciones, ética de ventas, etc…
d) Proveedores con los que se debe mantener una relación cordial y de exigencia mutua de responsabilidades y calidad. Sin embargo, tampoco es raro aquí caer en temas de comisiones ilegales, regalos injustificados y corrupción en general; o en el otro extremo, hacer una presión excesivamente injusta, abusando de la posición de fuerza.
e) El impacto medioambiental es quizá el concepto más directamente vinculado habitualmente a la Responsabilidad Social de la Empresa. (También en ocasiones el único). Por ejemplo, repercusiones sobre los vecinos en ruidos, malos olores, vertidos contaminantes o peligrosos, influencias de proximidad nocivas, desperdicios, crear atascos de tráfico, etc. Solucionar estas problemáticas puede exigir, en ocasiones, inversiones cuantiosas, y necesita un Equipo de Dirección altamente competente para prever la situación, pues cuando se plantea, ya es tarde. Las formas pueden ser muchísimas. Por citar una cualquiera, piénsese en una empresa de tamaño medio ubicada en un pueblo en el que suministra la mayor parte del empleo.
En este punto es importante observar la diferencia entre un Equipo Directivo mediocre y uno profesional. El mediocre se limita a cumplir con la ley (si es que la cumple); considera que la persona vale por lo que tiene, no por lo que es; aspira solamente al dinero; si es posible, engaña al Cliente; si a un empleado, después de 30 años de trabajar bien hay que despedirle, se le despide, o incluso se le vende al mejor postor; no está dispuesto a pagar «impuestos no legislados» aunque contamine. (Con lo que luego pondrá el grito en el cielo ante la legislación que venga, que será excesivamente restrictiva).

Un Equipo Directivo profesional ejerce un liderazgo responsable; no se conforma con cumplir la ley, sino que respeta la dignidad de las personas con todo lo que eso significa; se da cuenta que la legalidad se puede imponer por la fuerza, pero la moralidad no; logra trabajo en equipo y supera el individualismo, ya que no existen personalismos ni protagonismos corruptos; ha creado una Comunidad de Personas, que se dice pronto.

f) Otro entorno fundamental es la sociedad en general. ¿No son también nuestros vecinos las víctimas del maremoto de Asia, los inmigrantes, los enfermos de sida, las víctimas de la guerra o los niños abandonados? Desde nuestro punto de vista, aquí el consejo fundamental es que la empresa, como empresa, apoye económicamente y con benevolencia a las ONG especializadas.
Una empresa bastante tiene con entender su propio negocio y hacerlo evolucionar.
El Directivo y profesional de la empresa, en el ámbito personal puede hacer lo mismo o, lo que podría ser mejor, convertirse en un voluntario para ayudar desinteresadamente en una ONG unas horas a la semana. Como dijo alguien, en su lecho de muerte nadie pensará «tendría que haber pasado más horas en el trabajo».

g) Incluso hasta con los competidores debe uno actuar correctamente sin incurrir en competencia desleal.
h) Y, para acabar con esta lista que no pretende abarcar todas las áreas de Responsabilidad Social, también debe mantenerse una relación honesta con los distintos organismos públicos debidos en cada caso: Hacienda, Trabajo, Seguridad Social …

1.5. – Vuelta a los orígenes.

Procede ahora la siguiente pregunta y piense la respuesta, por favor, antes de seguir leyendo: ¿Es suficiente para ser Socialmente Responsable que una empresa produzca y distribuya correctamente un buen producto y un servicio de calidad con un buen precio, respetando el entorno, obteniendo un beneficio justo e informando bien al accionista?

La respuesta correcta es no, porque falta el elemento primordial que es por donde empieza la Responsabilidad Social. La pregunta olvida al propio empleado como si fuera un elemento indiferente.

Para ser una Comunidad de Personas, la empresa debe minimizar el sistema de Mando y Control (que tan buen resultado dio en épocas pasadas) para desarrollar fuertemente mecanismos de confianza, compromiso, responsabilidad y educación en virtudes.

Una mejora de la calidad de vida y el suministro de mejores productos y servicios supone una mejora de la mentalidad y conocimientos de los propios empleados. El buen Directivo gestiona hombres libres y responsables, ya que carece de interés gestionar esclavos, que es lo que ocurre ante simples compromisos a corto plazo, llenos de la patología organizativa habitual.

Los utilitaristas y pragmáticos dan prioridad a las cosas sobre las personas. Confunden los fines con los medios; crean una Cultura de Miedo que origina individualismos y hace difícil pensar en la Responsabilidad Social y en el bien común; y así es como la empresa deja de ser la escuela de solidaridad que hoy día se está reclamando a gritos.

1.6. – La falsa y la verdadera solución.

La falsa solución, muy en boga hoy día, está en la búsqueda de la piedra filosofal; el atajo, el apaño, el truco, la fórmula del éxito fácil, todo lo que da paso al individualismo. Tampoco está la solución en el dominio de nuevas técnicas, tecnologías o procesos; y casi ni aún siquiera en el aprovechamiento de las oportunidades. Una empresa triunfa realmente cuando comunica al entorno su propio carácter; pero nadie transmite lo que no tiene; sólo lo que tiene. El desafío real que se le plantea sobre todo a la empresa es a nivel del propio espíritu; siendo esta consideración más práctica de lo que puede parecer.

Por ello, la solución está en desarrollar un carácter mediante la interiorización de hábitos, empezando por todos y cada uno de los miembros del Equipo Directivo. Hasta la felicidad es cuestión de hábitos. Hace 80 años Fayol dijo, acertadamente para entonces, que las funciones directivas eran Planificar – Organizar – Dirigir y Controlar. Hoy día las cosas han cambiado y tras la experiencia de 20 años formando y desarrollando Equipos Directivos, creemos que la esencia de la función directiva es crear una Cultura de Responsabilidad y Confianza que facilite el autodesarrollo de nuestros 8 Hábitos Clave.

Para el primer planteamiento económico – racional, los hábitos de la Información y de la Misión y Estrategia. Para el segundo planteamiento de la dignidad de la persona, los de Comunicación y Trabajo en Equipo. Para los del tercero de orden y estabilidad, los de los Resultados y la Delegación. Y para el cuarto planteamiento del cambio, los hábitos del Aprendizaje y la Innovación.

Estos 8 Hábitos son necesarios simultáneamente, por distintas razones, para el ejercicio de un liderazgo activo, que ponga al Cliente en el centro de la escena, porque convierte a la empresa en una Comunidad de Personas y asegura así la Responsabilidad Social a la que debe hacer frente.
Idea 2ª
El Entorno de la Empresa en el Tercer Milenio

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