Los mártires convirtieron el Imperio Romano

Un mártir es aquél que muere dando testimonio de Jesucristo, de que Él es la Vida y el verdadero Salvador. Une su vida a la suerte que tuvo el Maestro cuando fue crucificado, para ser con Él resucitado. Es el testigo por excelencia, por eso no me creo yo los testimonios modernos si no hay muerte de por medio. Somos muy ávidos en esta cultura emocional para dar y escuchar testimonios de conversiones muy facilonas y emotivas.

Dar la vida es propio el testigo. Morir para la vida terrenal o morir psicológicamente para tener una verdadera conversión o metanoia. Es la donación total de uno mismo por el Señor. Todo lo demás nos sobra.

«Los mártires son semilla de nuevos cristianos», esto dijo Tertuliano y se cumplió, en tres siglos de cristianismo, Roma acabó siendo cristiana. En la sociedad actual del bienestar, en donde no morimos a nuestros gustos y pasiones, ¿qué conversión pretendemos encontrar?

Nos persiguen, sí, pero no nos matan. Por eso la Iglesia vive cómoda, con prebendas de los gobiernos y sin conversiones, todo lo contrario, reduciéndose en creyentes, ¿qué testimonios damos?

Hay que distinguir entre los mártires canonizados y los que o han sido mártires, pero desconocidos. Se canoniza al que se conoce y cumple con ciertas condiciones:

Que hayan derramado su sangre, que haya sido por odio a la fe y que haya perdonado a sus perseguidores. Hay muchos canonizados, pero más todavía sin canonizar, en las cunetas del mundo, serían los «canonizables» si se descubriera su vida.

Cristo Roto

¿Cuántos murieron en las persecuciones romanas? En este punto los expertos no se ponen de acuerdo, pero rondaron entre los 150.000 y 200.000.

¿Se han terminado las persecuciones cruentas en la actualidad? No, siguen siendo muchísimas y si a los datos nos referimos, de 70.000.000 de mártires que ha podido haber en la historia del cristianismo (pensemos en el genocidio turco con los armenios, que eran cristianos y murieron al rededor de un millón), de toda esta ingente cantidad, fueron en el siglo XX, 26.000.000 (el nazismo con 3.000 sacerdotes solo en Dachau, el Comunismo en Rusia, sobre todo la época de Stalin, en la que murieron 50.000.000 de personas por asuntos «políticos», la persecución española de la II República, 10.000 asesinados, más de 1.500 canonizados, la persecución en México con los Cristeros, los turcos, los musulmanes, etcétera, etcétera, etcétera…) El siglo XX es el siglo de los mártires.

En las sociedades del bienestar los cristianos nos reduciremos en número y casi desapareceremos, pero en otras culturas en las que se ha hecho un genocidio selectivo, cruento y hasta el final, de allí vendrá una verdadera primavera cristiana.

Dejamos a continuación una conferencia del Padre Santiago Cantera O.S.B., sobre los mártires de todas las épocas.

Se trata de la lectura y el comentario de algunas cartas y textos de mártires, generalmente inmediatos a su muerte, que revelan su estado de ánimo ante un trance doloroso, incluso cruel las más de las veces. El mártir es testigo de Cristo y proclama su fe en Él mediante el derramamiento de su sangre, que es sin duda el testimonio supremo. Pero estas cartas son además un testimonio escrito de las razones y del ánimo con que los mártires afrontan esa situación y suponen con frecuencia una especie de testamento espiritual.

En ellas se observan algunos rasgos sobresalientes que conviene destacar:

El primero es la convicción ante el martirio, que es fruto de la firmeza en la fe. Sería como un exclamar: «¡Jamás renegar!» Es, por tanto, la confesión de Cristo.

En segundo lugar, el anhelo de eternidad. En muchas, por ejemplo en las de nuestra Guerra de 1936-39, incluso encontramos la despedida: «¡Hasta el Cielo!» o «En el Cielo nos veremos»”. Bastantes mártires dicen a sus familiares, literal o casi literalmente: «Dios me espera». Se observa la pérdida del temor natural a la muerte y la convicción de la salvación eterna mediante el martirio.

Otro rasgo muy notable es la gran serenidad, la paz interior del que va a ser mártir. También sobresale la gran sencillez en la exposición literaria: no hay florituras literarias ni adornos innecesarios. Sale a la luz lo más profundo e íntimo de la persona con una gran claridad expositiva, con sencillez, con simplicidad (en grado de virtud), no simpleza (defecto).

Encontramos además una despedida afectiva de los familiares, pero serena: infunden paz, esperanza y alegría. Muchas veces, con estas palabras o con otras, les dicen: «No estéis tristes, voy a ser mártir: estad alegres». Y junto a ello, les hacen recomendaciones para ser buenos cristianos.

Al lado de todo esto, un rasgo impresionante es el desprendimiento de todo lo terreno. Incluso en el terreno de la afectividad, ésta se vuelve absolutamente sobrenatural: ya no hay apegos ni sentimentalismos, sino amor puro y auténtico de estilo celestial.

Asimismo, es obligado resaltar el perdón hacia el enemigo: incluso se reza por él y se pide su salvación. Es un amor y un perdón que nace del enseñado y vivido por el mismo Cristo.

José Sánchez del Río

Otro aspecto que se encuentra con frecuencia es la ofrenda de la propia vida por un gran fin: la salvación de los propios, la salvación de los enemigos, el bien de la Iglesia, el triunfo de la fe católica, el bien de la Patria, el crecimiento de la congregación religiosa a la que se pertenece…

Y, en fin, algo siempre esencial es la identificación completa con Cristo en su Pasión y Muerte: esto es algo clave, sin lo cual no se encuentra el sentido del martirio, y es algo que da una inmensa fuerza interior al mártir para afrontar el trance que va a vivir.

Conferencia y textos de los Mártires (muy recomendable su lectura).

Ayuda a la Iglesia Necesitada.

Observatorio para la libertad religiosa y de conciencia. En España.

Observatorio Europeo contra los cristianos.

Y podríamos continuar, pero vamos a dejarlo aquí…

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