¿CÓMO HACER DEL TRABAJO ORACIÓN?
- “Mi padre trabaja siempre, yo también trabajo”, Jn 5. Vernos como colaboradores de Dios. El obrero principal es Dios, trabajamos bajo su auxilio, sostenidos por Dios. “Todo cuanto hacéis hacedlo en el nombre del señor Jesús dando gracias a dios padre por É”l, Col 3. En el mundo rural es fácil ver a Dios en el crecimiento de la naturaleza, pero ¿en la industria? ¿Está Dios? ¿Actúa Dios? Sin duda, hay que verlo.
- Hacer del trabajo una ofrenda diaria espiritual. En la eucaristía ofrecemos el pan y vino. Es una ofrenda integrada en la Eucaristía de cada día. Es una práctica muy provechosa. Se reza en la Oración de Laudes en la primera semana “Señor, que tu gracia inspire nuestras obras para que nuestro trabajo comience en ti como su fuente y tienda a ti como a su fin”. La Eucaristía como una forma de trabajo: Hay una comunidad, existe comunicación, hay una ofrenda que se transforma, luego la comunión, y por fin la acción de gracias. La Eucaristía es símbolo y signo del trabajo humano. El ofrecimiento de obras diario y la Eucaristía son medios asombrosos de santificar el trabajo. Si no se puede asistir a la Eucaristía, siempre se puede hacer el ofrecimiento en unos minutos de adoración en el autobús o metro o coche.
- Trabajar con paz, sin apegos, tensiones ni ansiedades. Es colaboración con Dios. Paciencia. Trabajo carnal y espiritual. El trabajo carnal es como si Dios no existiera, partimos de nosotros y nuestra voluntad. El trabajo espiritual es con Dios, para Dios, en Dios. Humildad aceptando nuestra condición, sin querer ser como Dios, sin enojarnos cuando no llegamos a los objetivos.
- Trabajo bien hecho. Con perfección, sin prisas, en detalle. “No ofreceréis nada defectuoso pues no sería aceptable” Lv 22. LG 36 con nuestra competencia contribuyamos a que los bienes creados de acuerdo con Dios sirvan al bien de todos. La chapuza es propia de quien busca lo económico.
- Trabajo esforzado, perseverante, firme. 1 Tes 4. Esforzaos por trabajar con vuestras manos, para vivir honradamente y no tener necesidad. El ocio frena este dinamismo laborioso. Una mujer piadosa u hombre “espiritual”, pero que trabaje poco, no avanza en perfección hasta que no se decida a trabajar. Sin trabajo estamos vacíos, susceptibles, inútiles, neuróticos, chismosos… Con el trabajo nos hacemos virtuosos.
- Quien ama trabaja, el motor es el amor. Es un don de sí mismo a Dios y al prójimo. Todas las virtudes hayan en el trabajo su prueba, su posibilidad y su estímulo para crecer. Cuando trabajamos Cristo en nosotros ama a los demás, en el funcionario, en la madre, en el maestro, en el médico. Y nosotros amamos a Cristo en el prójimo. La madre ama a Jesús cuando sirve a sus hijos. Mt 25 no se puede separar vida y espiritualidad. Hay que amar en actos concretos.
- El trabajo cristiano se hace en oración. En la acción laboriosa hay que captar en lo que hacemos la acción amorosa de Dios hacia nosotros y hacia los hombres. No puedo rezar siempre mientras hago un trabajo mental que requiera concentración, pero Dios está presente mediante las mediaciones, un crucifijo, una foto, una alarma suave, etc… mi fondo de pantalla es el buen pastor. Entre los pucheros anda el Señor.
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