Nigeria no es Ucrania

Reflexión sobre la distribución de ayuda caritativa: Más allá de las fronteras. ¿Qué haces hoy por los mártires?

En medio de la creciente crisis caritativa en diversas partes del mundo, surge la necesidad de analizar la distribución de la ayuda y el impacto que puede tener en comunidades afectadas. Recientemente, ha llamado la atención la solidaridad hacia Ucrania, donde individuos, parroquias y diócesis se han movilizado en caravanas de ayuda, llevando oraciones, consuelo y apoyo material a quienes lo necesitan. He sido testigo de varias de ellas, es más, muchos amigos de manera heroica y sin lucro alguno han tomado el volante para conducir furgonetas durante decenas de horas de ida y vuelta, por Francia, Italia, atravesando países europeos, para llegar a las fronteras de Ucrania donde no sabían qué podrían encontrar. Muy admirable. Sin embargo, es crucial cuestionar si la respuesta caritativa es equitativa y si otras regiones, como Nigeria, han recibido la misma atención. Al fin y al cabo las matanzas en Nigeria llevan 10 años y más de 50.000 cristianos muertos, Ucrania fue hace poco más de un año.

Claro, ir a Nigeria no supone una caravana rápida, es algo más. No supone pasar por países europeos, es algo peor, no supone encontrarse con otros correligionarios de la misma raza, es encontrarse en medio de territorio hostil con otras culturas, creencias y razas distintas y así podríamos continuar.

La situación de los cristianos en Nigeria, especialmente en algunas áreas donde se ha perpetrado las matanzas de nochebuena de 2023, plantea interrogantes sobre la distribución de la ayuda internacional «cristiana». Es necesario reflexionar sobre la disparidad en la respuesta humanitaria y considerar por qué ciertas crisis reciben más atención que otras.

Es cierto que solo somos hombres… con la debilidad que supone, y que rezar, rezamos por todos y la Iglesia universal ora con confianza y eficacia ante el Padre por las situaciones difíciles de todos los cristianos perseguidos en el mundo entero.

Uno de los factores que podrían explicar esta diferencia radica en la visibilidad mediática. Las crisis que captan la atención global tienden a movilizar a la sociedad y a generar una respuesta más inmediata. Sin embargo, esto no debería eclipsar otras tragedias que, aunque menos visibles, también demandan nuestra solidaridad.

Es fundamental recordar que la ayuda cristiana no debería ser selectiva basándose en criterios geográficos o de raza. La distribución equitativa de recursos y esfuerzos es esencial para abordar las múltiples crisis que enfrenta nuestro mundo.

En lugar de denunciar a aquellos que brindan ayuda en una región específica, debemos fomentar la conciencia y la acción caritativa en todas las áreas afectadas por conflictos y tragedias. La matanza de cristianos en Nigeria es tan desgarradora como cualquier otra crisis humanitaria, y todos debemos trabajar juntos para garantizar que la ayuda llegue a quienes más la necesitan, independientemente de su ubicación geográfica.

Ahora, ¿Quién irá a darla? Nuestras conciencias occidentales y burguesas están tranquilas, ya hay organizaciones que lo hacen como Ayuda a la Iglesia Necesitada y otras.

En última instancia, la caridad y la compasión no tienen fronteras. Al reflexionar sobre la distribución de ayuda humanitaria, es imperativo abogar por un enfoque más inclusivo y global que atienda las necesidades de todas las comunidades afectadas, sin dejar a nadie atrás.

Y cambiando aún más de conflictos ¿Qué vale más una vida Palestina o una vida Israelita?

Y de aquí podríamos arrancar desde perspectivas ideológicas dispares.

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